
¡Riiiiiiiiing! Suena el teléfono y resulta ser un teleoperador intentando venderte algo. Lo que sucede a continuación es curioso: más de la mitad de los que contestan cuelgan. Y del resto, la mayor parte insulta al teleoperador. Pero el negocio es el negocio: aunque poco más del cinco por ciento de los contactados tal vez compren o contraten algo, matar moscas a cañonazos es rentable.
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Sonrie un poco, pincha merece la pena
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